Ahora que tienen la casa sola desean hacer maldades. Tienen la libertad de hacer lo que le les da la gana y lo primero que se les pasa por la cabeza es invitar a un hombre que las hace realmente fleiz. Su vecino tiene una polla grande y a cada una le ha podido dar una dosis de polla. Pero tenerlas juntas es algo que siempre ha deseado, por eso no rechaza la invitación de estas chicas guarras. Ambas están listas para pasar una mañana de lujuria. Sus padres ni si quiera se enterarán que el hombre que está a punto de darles una buena follada es el vecino que tanto adoran. Ellos creen que el hombre cuida a sus chicas. Aunque en realidad podríamos decir que las cuida muy bien, el siempre se ha asegurado que su polla sea la única cosa que entre por sus dulces coños humedos…
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