
Al principio nos asustamos un poco al ver a una tercera persona mirándonos como follábamos. No esperábamos en absoluto que un voyeur nos estuviera vigilando tan de cerca mientras se pajeaba a base de bien. Sin embargo, rápidamente nos dimos cuenta que lo que aquel chico quería era unirse a nuestra fiesta sexual, formando así un trío en plena piscina del hotel. No hicieron falta ni palabras. Una simple mirada bastó para indicarle que era más que bienvenido a acercarse y vivir junto a nosotros un momento erótico y pasional inolvidable. En nada y menos se acercó hasta nosotros y nos unimos en un festival de carne y sexo sin igual.
Pensaba que en un principio aquellos dos chicos se sentirían intimidados al compartir mujer, pero nada más lejos de la realidad. Parecían encantados acariciándome y sobándome las tetas en todo momento. Mientras uno me chupaba el pezón de la teta izquierda, el otro jugaba con mi teta derecha. Era como una madre dispuesta a amamantar a aquellos dos seres hambrientos. Pero en este caso, el apetito era sexual más que otra cosa. Yo estaba encantada de que dos hombres estuvieran dispuestos a provocarme placer en grandes cantidades, y quería hacerles disfrutar lo máximo posible. De modo que me volví a colocar en un lateral de la piscina y les hice organizarse para que me penetraran y follaran sin parar durante toda la noche.
Establecimos que uno me follaría el coñito mientras el otro me petaría el culo. Yo nunca antes había hecho un trío, ni mucho menos me habían follado por detrás. Era mi primera experiencia de sexo anal, pero estaba convencida de que me iba a encantar. Desde luego, así fue. Con una facilidad increíble me clavó la polla en todo mi culito sediento de sexo, y empezó a empujar hasta metérmela hasta el fondo. Por su parte, el otro chico me estaba trabajando el coño a base de bien. Se abrió paso a través de él con su pedazo de polla hasta excitar todas las zonas erógenas posibles. Sin duda era un auténtico profesional del sexo, y sabía muy bien dónde tocar para hacer que una mujer se derritiera de placer.
Yo me fui dejando hacer mientras ellos se entregaban al 100% en su tarea de darme placer a destajo. Bajo el agua, nuestros cuerpos flotaban y hacía que todo fuera más despacio de lo normal. Aquello me encantaba, ya que así conseguiríamos alargar el momento lo máximo posible, retrasando el orgasmo para disfrutar de todo el proceso en toda su plenitud. Además, se notaba que estábamos gozando de toda la escena sexual de manera intensa y plena. Nuestros gemidos quedaban ahogados cada vez que nos besábamos sin dejar de follar en todo momento. De pronto, el chico que me estaba sodomizando se corrió dentro de mi culito, llenándomelo por completo de su lefa caliente y espesa. Al momento, mientras yo estaba en el punto más álgido de un orgasmo vaginal, el otro chico también se corrió dentro de mí. Aquella bacanal de vicio y lujuria había culminado de aquel modo en un orgasmo multitudinario, otorgándonos placer a los tres por igual.
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