
Por fin llegó el fin de semana, el finde en el que los padres de Jaime se iban a pasar esos dos días de viaje a Italia. De modo que el joven se quedaba en la ciudad, con la casa para él solo, y pudiendo hacer lo que le diera la real gana. El plan pintaba genial. Tenía pensado traerse a su novia a la casa de sus padres y poder tener sexo de manera totalmente libre y sin que nadie les molestara en absoluto. Olga, que así se llamaba su novia, era una dulce chica adolescente de pechos bien desarrollados y curvas de infarto. Ella y Jaime se conocieron en el instituto y llevaban varios meses saliendo a escondidas. Sus familias no eran muy afines que digamos, así que no querían levantar sospechas y vivir así su amor en secreto.
Aquel sábado iba a ser de infarto. Jaime había preparado absolutamente cada detalle para que todo fuera sobre ruedas. Compró los ingredientes necesarios para prepararle a su novia una cena sorpresa, un poco de música para caldear el ambiente y motivar la juerga de sexo y desenfreno que se iban a pegar. Jaime estaba algo nervioso, ya que para los dos, era la primera vez que iban a practicar sexo. Aún eran vírgenes, y habían decidido estrenase aquella misma noche. Querían que todo fuera perfecto para hacer de aquella primera vez algo realmente especial.
Olga llegó puntual, a las 9 de la noche, y entró rápidamente en la casa de Jaime para poder besarse al amparo de la privacidad del hogar. No querían que ningún vecino les pudiera ver juntos, porque luego les podían ir con el cuento a sus respectivos padres. Si se enteraran de que Olga y Jaime estaban saliendo juntos, probablemente les esperaría una buena bronca, y la decisión obligada de que rompieran su noviazgo. Pero eso ellos no estaban dispuestos a hacerlo de ninguna de las maneras, y para evitar problemas, decidieron andarse con mucho ojo.
La cena fue una auténtica delicia. Ambos comieron mientras se daban mimos y caricias el uno al otro. Sabían lo que vendría tras la cena, así que no comieron en exceso para dejar sitio al postre. Una vez terminaron su plato, decidieron romper el hielo estirándose en el sofá del salón. De este modo, podían besarse y frotar sus cuerpos entre sí con la ropa puesta. Vamos, lo que viene siendo hacer un poco de peting antes de que empiece la marcha de verdad. Sus labios se encontraban una y otra vez, reclamando el contacto mutuo en todo momento.
Con tanta caricia, besito y roce, tanto Olga como Jaime se pusieron muy calientes en muy poco tiempo. No podían aguantar más a perder su virginidad el uno con el otro, así que se levantaron y se fueron derechos a la cama de los padres de Jaime. Él no estaba muy convencido de que fuera el mejor sitio para acostarse con su novia, pero su cama era demasiado estrecha y no podrían experimentar tanto ni moverse libremente como en la de sus padres.
Una vez en el dormitorio, Jaime empezó a desnudar a su novia. Suavemente, le fue quitando toda la ropa, hasta dejarla completamente desnuda. Por su parte, Olga le quitó la camiseta a su novio. Se abrazaron de manera intensa. Las tetas de Olga rozaban el torso desnudo de Jaime, y sus pezones le hacían cosquillas con cada ligero roce. Tan cachondo se puso él, que no tuvo más remedio que bajarse los pantalones y enseñar su polla dura a su novia. Ella, totalmente receptiva, se puso de rodillas y empezó a chupársela con ganas. Era la primera vez que se metía una polla en la boca, y Olga lamía y succionaba el pene erecto que daba gusto. Parecía toda una profesional, cualquiera diría que aquella era su primera vez.
Tras unos minutos de sexo oral, le tocaba disfrutar a Olga. Así que ella se tumbó boca arriba sobre el colchón, abrió sus piernas y dejó que la lengua de Jaime le recorriera todo su coño. Ella tenía algo de miedo, ya que no quería sentir dolor en su primera práctica sexual. Había oído historias horribles de sus amigas, pero sabía que con Jaime todo iba a salir bien. Con cada lametazo que él le pegaba en su coñito virgen, ella gemía como una perra en celo. La lengua de Jaime le recorría todos y cada uno de los rincones de su chochito, estimulándole y haciéndole ver las estrellas.
Ahora que los dos estaban totalmente cachondos, ya no había vuelta atrás. Era el momento de follar juntos por primera vez. Así que Olga sacó un condón, lo abrió y se lo puso a Jaime con mucha delicadeza. Era como hacerle una paja, pero al mismo tiempo se estaban protegiendo de cualquier tipo de problema. Los dos se miraron a los ojos, y con la mirada se dijeron que aquella noche de sexo iba a ser la primera de muchos polvos venideros.
CONTINUARÁ…
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