
Admitámoslo: hay cajeras de supermercado que no solamente están buenas sino que además tienen una pinta de guarrillas impresionante. Vamos, de esas que se deben follar hasta al chico que hace los repartos a domicilio. Y bueno, tener una follamiga cajera es ya el no va más. A menudo la voy a ver y nos montamos un polvo rápido en el almacén cuando no hay jefes a la vista, pero es que lo del otro día ya fue bestial.
Habíamos quedado para cenar. El supermercado cierra oficialmente a las 21, pero normalmente se deben quedar un rato más para cuadrar la caja y colocarlo bien todo, por lo que me dijo que me pasara por allí a las 21.30. Pero qué queréis que os diga, me aburría en casa y llegué un poco antes al súper. Para mi sorpresa, estaba sola. Me dijo que la otra cajera acababa de salir en ese momento porque tenía también una cena y no quería llegar tarde. Y bueno, ya os lo podéis imaginar, solo de pensar que tenía todo el local para mí ya se me estaba poniendo dura.
Me pidió que colocara bien las cajas de cereales mientras ella acababa de arreglarse con los números y como un perrito obediente le obedecí. La verdad es que las cajas estaban fatal, parecía como si una loca hubiera arrasado con ellas para hacer manualidades o algo así. Me llevó unos 10 minutos, lo justo para que ella acabara con lo suyo.
Y fue EL POLVAZO. Como no teníamos que escondernos lo hicimos allí mismo, entre las verduras frescas. ¡Había tanto material para jugar con él! Y no teníamos ningún tipo de prisa, ya que hasta mañana por la mañana no vendría nadie.
Me fui a la sección de zanahorias y cogí un par para endiñárselas dentro del cuerpo. Mi puti goza mucho cuando se la penetra con verduritas, yo creo que debe venir con el ADN de cajera. Y no os penséis, que yo también tuve mi ración de zanahoria. No hay muchos chicos que lo admitan pero la penetración anal es un placer orgásmico como pocos. Seguimos con los pepinillos, con los plátanos o incluso con una fruta exótica que no soy capaz de recordar el nombre pero que tiene una gran y sugerente forma fálica. Ni que decir tiene que todas las frutas usadas las tiramos luego a la basura eh? que somos guarretes pero no tanto.
Con un par de fresas en la boca le quité el plátano del coño y metí toda mi verga dentro. La embestí de placer, duramente, ella gritaba sin temor a ser escuchada, libre, alegre. La empotré contra la nevera de los pre-cocinados y seguí dándole duro, al ritmo de una melodía bastante marchosa que sonaba en esos momentos en el hilo musical (ese que siempre suena y nunca se calla). Al poco estaba yo también extasiado de placer y exprimido como un limón sacando todo el jugo que llevaba dentro.
Nos cansamos mucho, fue muy intenso. A cargo de la empresa nos cogimos un par de helados de estos de placer adulto y nos lo tomamos mientras nuestro corazón recuperaba el ritmo pausado habitual.
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