
Ya habíamos decidido que una vez nos fuéramos a vivir juntos, la primera habitación de nuestro nuevo piso en el que íbamos a follar como locos sería el cuarto de baño. Por eso, ahora que ya teníamos las llaves del piso y teníamos vía libre para empezar con la mudanza y demás, no quisimos dejar pasar la oportunidad y nos fuimos esa misma tarde para dar rienda suelta a nuestros instintos más bajos. Teníamos el piso completamente vacío, ningún mueble o comodidad para follar a gusto, pero ya nos las ingeniaríamos para pasarlo bien sin necesidad de nada más que el hecho de estar el uno con el otro.
Tras echar un vistazo rápido a todas las habitaciones y comprobar el estado en el que nos lo habían dejado, empezamos a tontear mutuamente acariciándonos y besándonos como si no hubiera un mañana. Contentos por nuestra nueva adquisición, queríamos celebrarlo como nunca antes echando un polvo de los que hacen historia. Queríamos recordar de ahora en adelante que aquel día estrenábamos nuestro nuevo piso echando un polvo increíble y consolidando así el buen estado de nuestra relación, tanto afectiva como sexual. Un auténtico acontecimiento de esos que recuerdas y te pones cachondo sólo de pensar en él.
Ya estábamos más salidos y calientes que el palo de un churrero. Como hacía bastante calor en aquel momento en nuestro piso, empezamos a quitarnos la ropa el uno al otro, sin ningún tipo de prisa y recreándonos en todas las zonas del cuerpo del otro. Yo agarré las tetas de mi novia entre mis manos y jugueteé con sus pezones a mi antojo. Se estaban poniendo bien duros cada vez que los rozaba con la punta de mis dedos. Ella gemía de placer con cada ligero movimiento que hacía, y me encantaba ponerla nerviosa y dejarla con las ganas durante unos pocos segundos para, después, frotar sus zonas erógenas provocándole así placer a raudales.
Ella tomó la iniciativa de inmediato acariciando mi polla por encima de los pantalones. La cosa se estaba poniendo bastante grande y dura, y me moría de ganas por sacármela y empezar a follar ahí mismo. Sin embargo, ella me estaba devolviendo la jugada, estimulándome y parando de repente para hacerme perder los nervios y volverme completamente loco ante la necesidad de sexo inmediato. Cada vez que lo hacía, sonreía de forma inmediata y le demostraba todo lo cachondo que estaba y lo mucho que necesitaba que continuara provocándome placer sin fin. Era un juego la mar de excitante que ya habíamos practicado en multitud de ocasiones, pero aquella vez cobraba una nueva dimensión, al sentirnos después de mucho tiempo en nuestra propia casa.
Había llegado un punto en el que ya teníamos que dejar de lado los juegos preliminares y embarcarnos de lleno en la acción sexual pura y dura. Sin pensárselo dos veces, mi novia me cogió de la mano y me llevó directamente al cuarto de baño de nuestro nuevo piso. No hacían falta las palabras para saber que ella estaba deseando follar ahí mismo, bajo la ducha mientras el agua acariciaba nuestros cuerpos y nos sumía en un estado de éxtasis absoluto.
Continuará…
- Compartir
-
-