
Nos metimos los dos en la ducha. Aquel polvo que acabábamos de echar a traición nos había sabido a poco y queríamos un poco más de acción. Además, con aquello matábamos dos pájaros de un tiro: volvíamos a sentir la pasión conjunta y encima saldríamos limpios y relucientes. ¿Qué más se podía pedir?
Recuerdo que te metí el dedo índice por tu dulce coño, abriéndome paso poco a poco hasta llegar a alcanzar tu clítoris. Tocar aquel punto G, como si se tratara de un botón mágico, consiguió que gritaras de placer desde el primer momento. Sabía que no te habías quedado saciada del todo, y quería resarcirte por completo. Así que, al mismo tiempo que hurgaba dentro de tu coñito, empecé a rozar mi polla contra tu culito. Poco a poco, fui introduciendo mi capullo dentro de tu ano. Quería excitarte tanto por delante como por detrás, para que así consiguieras un orgasmo pleno, tanto vaginal como anal. Vamos, un dos por uno con el que te corrieras como nunca antes te habías corrido.
Al principio costó un poco que te entrara toda mi polla hasta el fondo de tu culo, pero con un poco de esfuerzo y algo de lubricante que teníamos a mano, aquello logró entrar hasta el fondo. Te pusiste a cuatro patas para que te entrara mejor, y yo seguía follándote el culo y tocándote el chochito para tu goce y disfrute. Aunque, para que engañarnos, yo estaba gozando tremendamente con esta sesión de sexo anal. Tu culito estrecho se cerraba entorno de mi polla erecta, estimulándola muchísimo más que cuando te penetraba por delante. No sabía si sería capaz de aguantar mucho más rato antes de correrme, así que te metí mi polla más a fondo y mis dedos acariciaban tu clítoris de forma intensa y vibrante. Quería que tú alcanzaras el orgasmo antes de que yo me corriera dentro de tu culito sediento de leche caliente.
Aceleré el ritmo para que pudieras sentir bien cómo te empotraba con mi furia animal. Con cada embestida, tu culito vibraba como si se tratase de gelatina, y tus tetas colgando se balanceaban a un ritmo frenético. Mientras, el agua caliente de la ducha seguía cayendo sobre nosotros, acariciando nuestra piel y refrescándola ante tanta excitación obtenida. El momento no podía ser más excitante, y pese a acabar de echar un polvo hacía escasos minutos, seguíamos teniendo ganas y aguante para soportar otra sesión de sexo más. Sin lugar a dudas, somos unos auténticos insaciables a la hora de follar sea donde sea.
Por fin alanzaste el ansiado orgasmo de un modo explosivo. Tu cuerpo vibraba de placer y se retorcía del gusto, mientras yo te la seguía clavando hasta el fondo. Verte así me excitó todavía más, así que tras unos pocos segundos me corrí dentro de tu culito prieto. Toda la leche se quedó dentro de ti, al mismo tiempo que seguía acariciando tu suave coño a un ritmo más pausado. Quería alargarte el orgasmo todo lo que fuera posible, así que fui bajando la velocidad poco a poco. Tras correrme dentro de ti, aún me recreé unos segundos permaneciendo en tu interior, notando todo tu calor alrededor de mi polla y vanagloriándome de haberte petado por detrás de aquella manera. Ahora sí que podíamos dar por terminada nuestra doble sesión de sexo en el cuarto de baño, dejando el pabellón bien alto como era habitual en nosotros.
- Compartir
-
-