
Aquella fue la primera vez que experimenté una doble penetración formando parte de un trío que me sumió en la locura y la sensualidad más absoluta. Nunca antes me había atrevido a hacer real mi fantasía sexual más preciada, aquella con la que siempre soñaba pero nunca había tenido la oportunidad de ponerla en práctica. Al menos, hasta aquel día maravilloso en el que disfruté del sexo en todo su esplendor, como nunca antes lo había hecho. Siempre había soñado con acostarme con dos tíos a la vez, pero siempre había tenido miedo de que pensaran que era una guarra o que me pudieran criticar por dejar aflorar mis instintos sexuales. Finalmente decidí que ya estaba bien de pensar en el qué dirán, y que ya iba siendo hora de que me liberara sexualmente y explorara nuevas posturas y géneros prohibidos para mi hasta hace poco.
No me costó mucho convencer a dos chicos para formar un trío sexual conmigo. Desde un primer momento dejé bien claro que quería que los dos se desvivieran por mí, provocándome placer constante y hacerme sentir así como una verdadera diosa en la cama. Empezaron desnudándome y acariciándome el cuerpo de arriba abajo, sin ningún tipo de censura. Yo me dejaba hacer, recreándome en esta situación tan caliente y preparándome para ser penetrada por delante y por detrás. Sí que es cierto que ya había experimentado el sexo anal con anterioridad, pero nunca antes había combinado los dos tipos de penetraciones al mismo tiempo. En mi mente, me imaginaba que sería como experimentar el placer multiplicado por dos. Descubrí que la realidad superaba mi idea inicial, ya que no tengo palabras para describir lo bien que lo pude pasar con aquella escena subida de tono.
Mientras un chico ya empezaba a clavarme la polla hasta el fondo de mi coñito, el otro iba preparando el terreno para endiñármela por detrás. Yo traté de relajarme, ya que sabía que era importante no tensar los músculos y facilitar así que me la metieran bien hasta el fondo. Decidimos colocarnos de lado sobre la cama, ya que era la postura más cómoda para llevar a cabo aquella fiesta sexual que nos estábamos montando los tres. Sudorosos y extasiados, nuestros cuerpos se movían con ritmos acompasados, elevándome así al más grande de los placeres carnales. Una orgía de vicio y lujuria se abría ante mis ojos, y no pensaba desaprovecharla en ningún momento.
Aquellos dos sementales me estaban follando a base de bien, dándome la ración de polla por partida doble que tanto necesitaba. No veía el momento de que culminaran la faena llenándome con su leche y alcanzar así uno de los mejores orgasmos de mi vida. Desde luego, no me equivocaba en absoluto. Como colofón final, tanto uno como el otro me avisaron que estaban a punto de correrse dentro de mí. Yo seguí moviéndome, indicándoles con mi lenguaje corporal que quería que se corrieran dentro de mí. Pillaron la indirecta al momento, explotando de placer y sumiéndome en un estado de éxtasis que duró varios minutos y que me hizo redescubrir el sexo como nunca antes lo había hecho.
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