
Aquellos dos chicos tenían los ojos como platos al ver cómo mi amiga y yo nos enrollábamos entre nosotras. Sabíamos que a la mayoría de los tíos les ponía muy cachondos una escena lésbica, y si era en directo, mejor que mejor. El único problema es que les habíamos obligado a no abrir la boca o rechistar bajo ningún concepto. Por eso, el rollo de tener a pocos metros un espectáculo sexual entre dos mujeres y no poder tocarnos o participar les alteraba y excitaba al mismo tiempo. Entonces decidimos desvelar por fin la sorpresa, y abriendo la puerta de la estancia aparecieron mis otras dos amigas. Ya estábamos todas reunidas para hacer con aquel par de hombres lo que nos viniera en gana.
Les obligamos a que hicieran flexiones, a ver quién aguantaba más. Una vez que se proclamara al ganador, su premio sería tener el privilegio de meter su mano en nuestras braguitas y tocarnos el coño un rato. Les íbamos a obligar a masturbarnos para que aprendieran de una vez por todas cómo se ha de tocar a una mujer. De hecho, no les íbamos a dejar parar hasta que consiguieran satisfacernos por completo. Así que colocamos a los chicos uno a cada lado de la cama mientras María y yo nos tumbábamos en ello y nos abríamos de piernas. Nos quitamos las braguitas y el tanga con una velocidad pasmosa y les dijimos que nos demostraran todo lo que sabían hacer. El chico moreno parecía tener algo más de práctica en estos asuntos, pero el chico rubio que me estaba haciendo el dedo no tenía ni idea de dar placer a una mujer para qué nos vamos a engañar. Menos mal que le fui guiando y dando ligeras indicaciones hasta que encontró el punto G y gocé como una auténtica perra.
Ahora que ya habían demostrado su pericia con los dedos, era el momento de que utilizaran su lengua y nos comieran el coño a base de bien. Nosotras ya habíamos disfrutado de una pequeña ración de sexo, así que dejamos que nuestras dos compañeras nos revelaran y gozaran tanto como nosotras. Así que se pusieron en la misma posición, y agarrando la cabeza de aquellos chicos con ambas manos, las hundieron en su entrepierna hasta que la lengua recorrió todo su coño de arriba abajo. Visto desde fuera, parecía que en esta nueva modalidad los chicos tenían un poco más de pericia. Además, a juzgar por la cara de satisfacción de nuestras amigas, se notaba que estaban haciendo su trabajo la mar de bien. Nosotras íbamos diciéndoles cómo podían mejorar con el sexo oral. Parecían muy dispuestos a aprender, así que decidimos adoctrinarlos para nos dieran aquello que tanto buscábamos: una buena sesión de sexo salvaje.
Después de tanto erotismo, aquellos dos chicos tenían los huevos que les iban a explotar. Habían trabajado lo suyo para aprender a dar placer a una mujer como dios manda, así que ahora se merecían una satisfacción. Tened por seguro que se lo íbamos a dar.
Continuará…
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