
En cuanto le dije a mi esclavo que le tenía preparada una sorpresita, su cara de satisfacción se hizo evidente al momento. Se le veía ansioso y expectante por la novedad que estaba a punto de experimentar. En ese mismo momento, sonó el timbre de mi piso, por lo que até a mi esclavo número uno a la pata de mi cama y me acerqué a abrir a mi esclavo número dos. En efecto, tenía preparado un encuentro con dos esclavos para que ambos me obedecieran en todas mis órdenes. Estaba extasiada con solo pensar en la idea. Rápidamente, mi esclavo número dos llegó hasta mi casa y, tras cerrar la puerta, nos entregamos a un juego de roles y sumisión tremendamente apasionante.
Nada más llegar, obligué a que el esclavo número uno le comiera la polla al esclavo número dos. Ellos no eran gays, pero me moría de ganas de verles en acción y haciendo algo que no les terminaba de agradar. Yo no paraba de insultarles y de azotarles con mi látigo, exigiéndoles más velocidad en la mamada. Cada vez que me miraban, les obligaba con un grito que apartasen la mirada y se fijaran el uno en el otro. Yo, por mi parte, no podía parar de tocarme el coño y masturbarme sin control alguno. Mi coñito estaba totalmente húmedo ante tal excitación, por lo que me fue tremendamente sencillo meterme un dedo y excitar mi clítoris hasta sentir más de un orgasmo repentino.
Ahora que ya había tenido suficiente espectáculo para la vista, decidí que era el momento de saltar a la acción y formar parte yo misma de la situación sexual. De modo que obligué al esclavo número uno a que me follara el coño mientras el esclavo número dos me follaba la boca. Podía sentir a aquellos dos hombres penetrándome sin parar, ofreciéndome placer por partida doble y de un modo morboso a más no poder. Una auténtica delicia sólo apta para aquellas personas que disfruten de este tipo de juegos sexuales.
Yo no podía disimular mis gemidos de placer mientras daba instrucciones muy precisas a aquellos dos esclavos para que me follaran como es debido. Cuando quería que prestaran un poco de atención a mis tetas y juguetearan con mis pezones, una simple orden directa y seca era suficiente para que me satisficieran por completo. Tanto es así que encadené un orgasmo detrás de otro. Yo siempre había sido una mujer multiorgásmica, pero lo de aquel día estaba suponiendo todo un récord en mi vida sexual. Les ordené que se corrieran dentro de mí para sentirme inundada por toda su leche espesa y caliente. Sólo con mis palabras, ambos explotaron al mismo tiempo, haciendo realidad mi fantasía erótica más secreta y excitante. Yo también les acompañé con un último orgasmo que me hizo estremecer de la cabeza a los pies. Sin duda, aquellos dos esclavos se habían comportado muy bien y me habían obedecido en todo lo que les decía, por lo que la recompensa había sido tremendamente placentera para los tres.
- Compartir
-
-